Impronunciable no es innombrable
Se revuelve en sueños, convertidos ahora en dantescas pesadillas de abuso y vanas invocaciones de su nombre. Hastiado, cuando la última estrella colme el vaso, se alzará de su letargo y acabará con todo. Y eso que eligió un nombre impronunciable, Hastur fue mucho más listo.
Misne, 11 de octubre de 2012 (en La Sortija)
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